El Jugador de ajedrez de Maelzel es una máquina que existió realmente: la construyó en 1769 Wolfgang von Kempelen y se exhibió en los siglos XVIII y XIX en ferias y teatros de París, Viena, Londres y Nueva York. Cuando von Kempelen murió, su hijo vendió la máquina a Nepomuk Maelzel, un violinista de Viena que construía además aparatos musicales que funcionaban de forma autónoma.

Ilustración de Joseph Racknitz, el secreto interior de «El turco»
Edgar Allan Poe presenció una demostración del funcionamiento de la máquina y escribió el ensayo El jugador de ajedrez de Maelzel [E. A. Poe: Cuentos cortos completos (traducción de J. Cortázar), Alianza Editorial, Madrid, 2002] para demostrar que se trataba un fraude.