Eduardo Angulo
Fueron 22 los niños que iniciaron el viaje y algo más de 100 los que lo completaron uniéndose a la expedición en diferentes etapas. Los primeros* 22 zarparon de La Coruña en la corbeta “María Pita”, atravesaron el Atlántico, llegaron a Puerto Rico y terminaron su viaje en México, con dos fallecidos, y del resto poco sabemos de cómo siguió su vida. Y eso que eran protegidos del Rey, formaban parte de una Real Expedición y, aunque no eran conscientes de ello, estaban haciendo historia, historia médica, historia de salud pública, historia a nivel planetario. Eran los niños “vacuníferos” de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna 1803-1806 que salió de España hace poco más de dos siglos.

Edward Jenner. Grabado incluido en la traducción de Balmis del tratado de Moreau de la Sarthe (Tratado histórico y practico de la vacuna, Madrid, 1803).
La historia comenzó siete años antes, en Inglaterra, cuando el cirujano rural Edward Jenner (1749-1823) inoculó en el brazo de James Phipps, un niño de 8 años, pus procedente de las vesículas de las manos de una ordeñadora que se había infectado con los granos de las ubres de las vacas. No era una enfermedad grave en las vacas ni en las personas que se contagiaban pero, Jenner, y muchos que vivían en el campo en contacto con el ganado, sabían por experiencia que quien enfermaba con la “viruela de las vacas” o “viruela vacuna” o, simplemente, “vacuna”, no contraía la terrible dolencia que atacaba a los humanos con una elevada mortalidad y, si había suerte, con desfiguraciones para toda la vida.
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