El médico y astrónomo Heinrich Olbers (1758-1840) falleció un 2 de marzo.
Es conocido, sobre todo, por la paradoja que lleva su nombre, que formuló en 1823: En un universo estático e infinito, el cielo nocturno debería ser totalmente brillante, sin regiones desprovistas de luz.
En el año 1610, Johannes Kepler se preguntaba sobre la posibilidad de un Universo infinito, con infinitas estrellas. En Dissertatio cum Nuncio Sidereo afirmaba que era difcil que existiera ese Universo, porque el cielo debería ser tan luminoso como el Sol.