Esther Rebato
Las conductas altruistas suponen una paradoja respecto a la teoría de la evolución por selección natural. En sentido biológico el altruismo supone un coste para el actor o individuo que realiza la acción, lo cual disminuye su aptitud biológica (fitness), es decir, su capacidad para reproducirse y dejar descendencia fértil, y un beneficio para el receptor que aumenta su fitness relativo. Si la selección natural actúa sobre los individuos es lógico pensar que los comportamientos altruistas conducen inevitablemente a la desaparición de aquellos que los ejercen y con ellos a los “rasgos altruistas” que no se transmitirían a las siguientes generaciones. Sin embargo, diversas investigaciones han señalado que el altruismo está presente en los humanos posiblemente desde la infancia (Liebal et al., 2014), lo que sugeriría una tendencia innata o “natural”, y es un patrón de comportamiento en diversos animales, que conduce a un individuo a poner en riesgo su propia vida para proteger y beneficiar a otros miembros de su misma especie.