El 18 de agosto de 1868 se tuvo la primera evidencia de la existencia del helio: los astrónomos Joseph Norman Lockyer (1836-1920) y Pierre Janssen (1824-1907) lo descubrieron durante un eclipse solar en 1868.
Janssen observó una línea espectral amarilla en la luz solar, desconocida hasta ese momento; Lockyer observó el mismo eclipse y propuso que dicha línea era producida por un nuevo elemento, al cual denomino helio –helium, por el nombre griego Helios, que significa sol–.